With Jones trying some tap-dancing, Lyttelton concludes with a bittersweet ending.
Almost 40 years after this was filmed, we can only be grateful for so many recordings and footage of this unique music, a product of its own era. Imitation makes no sense at all, like McCarthy pointed out (even if he had the original cast to try it), but the work ethics of this musicians should be looked at closely, because of their love and dedication to the music, in spite of money problems, racism, and a thousand other setbacks.
What they do sounds real and true. But it didn't come free, not even cheap.
Hope you've enjoyed the series. "Read" you in 2010.
Almost 40 years after this was filmed, we can only be grateful for so many recordings and footage of this unique music, a product of its own era. Imitation makes no sense at all, like McCarthy pointed out (even if he had the original cast to try it), but the work ethics of this musicians should be looked at closely, because of their love and dedication to the music, in spite of money problems, racism, and a thousand other setbacks.
What they do sounds real and true. But it didn't come free, not even cheap.
Hope you've enjoyed the series. "Read" you in 2010.
Con Jones marcándose unos pasitos de claqué, Lyttelton cierra la narración señalando que el entusiasmo por esta música pervive, inevitablemente empañado por cierta tristeza por el pensamiento de quienes ya no están. Los supervivientes, afirma, siguen siendo músicos creativos y siempre que tocan, el Swing vive.
Casi cuarenta años después de la grabación del documental, sólo nos queda dar las gracias por la cantidad de testimonios grabados que nos quedan de esta música única e hija de su tiempo. Si bien no tiene sentido la imitación de lo que tocan, sí que lo tiene la de la ética de trabajo de estos artistas, sacrificados y entregados a su arte u oficio, a pesar de penurias, racismos y sinsabores.
No por nada lo que tocaban sonaba auténtico.
Espero que lo hayan disfrutado. Nos leemos en 2010.
Casi cuarenta años después de la grabación del documental, sólo nos queda dar las gracias por la cantidad de testimonios grabados que nos quedan de esta música única e hija de su tiempo. Si bien no tiene sentido la imitación de lo que tocan, sí que lo tiene la de la ética de trabajo de estos artistas, sacrificados y entregados a su arte u oficio, a pesar de penurias, racismos y sinsabores.
No por nada lo que tocaban sonaba auténtico.
Espero que lo hayan disfrutado. Nos leemos en 2010.