26/04/2011

Protejan al Johnny


Desde la reinstauración de la democracia en España, y gracias a nuestra condición de acreedores netos de la UE, parece que nuestro país ha dedicado sus dineros culturales, al menos en parte, a construir nuevos edificios con la intención de albergar todo tipo de actividades. Cuántos titulares de prensa habrá habido en los últimos treinta años cantando, como los niños de San Ildefonso, los millones dedicados a construir o habilitar tal o cual centro, casa, instituto, museo o palacio para designar cuatro paredes de carísimo diseño, ejecución y mantenimiento.

Hemos sacado mucho pecho por lo de la transición, pero a veces tiene uno la impresión de que, hoy como ayer, algunas cosas siguen saliendo adelante “a pesar de” y no “gracias a” quienes nos mandan, hoy en nombre del pueblo soberano, ayer por las bravas. Porque si bien se ha construido mucho para la cultura, a veces bueno y bonito pero nunca barato, las estadísticas y la propia experiencia parecen indicar que la educación se deteriora y, con ella, tarde o temprano, la necesidad y la exigencia de cultura por parte de la gente.

Una de las consecuencias de la proliferación de tantas instalaciones culturales –algunas fruto de planteamientos francamente absurdos– y del estancamiento de la demanda de cultura es que hay mucho espacio vacío, con las protestas por parte de algunos de lo que consideran, en parte con razón, un despilfarro. El problema de los grandiosos edificios culturales es que no es tan fácil llenarlos y que vacíos “cantan” mucho.

En resumen, parece que en muchos casos se está empezando la casa por el tejado, se está empezando por lo fácil, levantar un bonito edificio, cuando lo lógico es que primero exista una demanda real por parte del público y un grupo de gente que esté creando algo que merezca protegerse, que merezca apoyarse y promoverse.

Esto es, precisamente lo que es El Johnny. El Club de Música y Jazz San Juan Evangelista ha estado funcionando durante cuarenta años, en sus orígenes a pesar del franquismo postrero y después a pesar del desinterés de muchos políticos electos, programando música contra viento y marea, sin apenas medios, con éxitos artísticos sólo comparables con los quebraderos de cabeza y tensiones personales de quienes llevan muchos años peleando para mantener a flote una iniciativa de este calibre en las condiciones en que han tenido que hacerlo.

El Club, los que lo gestionan, los colegiales, el público fiel, tienen ya tras de sí una larga historia de esfuerzo por traer a Madrid y subir a su escenario a grandes artistas. Puede que estos artistas hayan sido minoritarios, poco “famosos”, o políticamente incómodos, pero ese es precisamente el motivo que hace importante al Johnny: porque buscando y escogiendo más allá de las exigencias del –¿libre?– mercado, nos ha hecho reflexionar o sentir en lo más hondo, contribuyendo de esta manera a que todos seamos más libres y más humanos.

Señoras y señores de las Administración pública: consideren la posibilidad de proteger una institución que lleva cuarenta años demostrando su compromiso absoluto e irrenunciable con la difusión de unas músicas que, independientemente de géneros, trascienden lo temporal, conmueven y hacen nuestras vidas más llevaderas.

Protejan al Johnny. Simplemente para que pueda seguir desarrollando su importante labor y ésta llegue a la mayor cantidad de gente posible. No sólo premiarán cuarenta años de lucha desinteresada por la cultura, sino que evitarán que se desperdicien la sabiduría y los conocimientos acumulados a lo largo de todo ese tiempo en la brecha.

Protejan al Johnny, pero no por ese pasado, que es ya imperecedero e inmutable, sino por su futuro, para que pueda apoyarse en la sólida base que constituye toda esa experiencia acumulada y sea tan bueno o aun mejor que hasta ahora.

Protejan al Johnny. Declárenlo Bien de Interés Cultural.

21/04/2011

La píldora del jueves: Brazilliance

El cliché de la crítica descuidada dice de Brazilliance que viene a ser el preludio de la bossa nova. Como suele ocurrir, de bossa nova tiene poco. Es cierto que tiene componentes brasileños y jazzísticos, pero no tiene tanto que ver con lo que Jobim y Gilberto crearían en Brasil a finales de los cincuenta.

Para quienes no conozcan estos discos, Brazilliance, volúmenes I & II, son dos cedés con música grabada en 1953 y 1958 respectivamente para el sello californiano Pacific Jazz, originalmente a nombre del guitarrista brasileño emigrado a California Laurindo Almeida, con Bud Shank al saxo alto, y Harry Babasin (I) o Gary Peacock (II) al contrabajo, y Roy Harte (I) o Chuck Flores (II) a la batería.

Supongo que lo de presentar esta música como una especie de ancestro de la bossa se debe a que 1) encajaría exactamente con cierta concepción genealógica de la música, 2) podría ser un buen gancho para bastante gente. El problema es que 1) no es bossa, y 2) la idea no va a ser un gancho, sino un repelente tanto para quienes podrían haber disfrutado esta música pero están cansado de la bossa como para los amantes de la bossa que buscaban precisamente eso, bossa.

En realidad esta música es una mezcla directa de baião y otros ritmos brasileños con el swing convencional en 4/4 del jazz, en el contexto de los pequeños experimentos que se llevaron a cabo en el jazz californiano de los cincuenta, y el oyente no encontrará aquí nada del "ritmo tartamudo" que emanaban de la guitarra y la voz de João Gilberto, aunque haya piezas que parecen pedirlo, como la primera parte de "Inquietação" (escuchar en YouTube). En lo rítmico esta música es mucho más simple, y armónicamente no se sale un ápice del marco del jazz del momento. En cualquier caso, lo que importa verdaderamente es que suena fresco, es música para cálidos atardeceres de verano, con un swing ligero y el sonido acústico de la guitarra atempera la dinámica de todo el grupo.

Estos cedés (en las imágenes) se publicaron como World Pacific/Capitol-EMI CDP 7 96339 2 y CDP 7 96102 2, respectivamente. También pueden oírse en Spotify y en YouTube.

20/04/2011

¡Feliz (3x20 + 10), Cifu!


Anda el Cifu de celebraciones en los últimos meses: 40 años en el aire, que se dice pronto, un Premio Ondas extraordinariamente acertado y ahora otro número redondo vital. Poco me queda por decir sobre él que no haya dicho ya en estas páginas.

Si acaso añadiré que una de mis anécdotas favoritas del Cifu transcurre en Nueva York. Estando por allá, queda un día con su amigo Art (Blakey, uno que tocaba la batería) y se van para el Village Vanguard a ver a un grupo o solista cuyo nombre se me escapa. Bajan las peligrosas escaleras, pagan religiosamente la entrada y, con los músicos en acción, se sientan discretamente en la barra.

Al cabo de un rato, termina el pase y cuando el portavoz del grupo se despide, aprovecha para anunciar al público la presencia de Art Blakey en el local. En esto se levanta prácticamente todo el aforo y se acerca en masa a saludar a Blakey: eran todos ex-miembros de su banda, los Jazz Messengers, una de las grandes universidades de la historia del jazz.

Esto lo cuento porque el Cifu viene a ser el Art Blakey de los comentaristas de jazz españoles. Quien más quien menos ha pasado por sus manos, le ha escuchado en la radio y, los que tenemos una edad, le hemos visto en la televisión pública cuando aún era eso, un servicio público. Personalmente le debo mi devoción por Charlie Parker por una serie de programas que le dedicó en Jazz entre Amigos. Eso, y que conmigo, desde que nos conocimos el siglo pasado en un Jazzaldia, en San Sebastián, siempre ha sido un señor.

De todo eso hace muchos años, así que aprovecho para recordar a quienes lean estas líneas que Cifu sigue en la brecha, y que se pueden escuchar en directo o a través de internet las cinco horas semanales que programa en sus espacios A Todo Jazz, Jazz Porque Sí y Jazz Internacional: buena música, buenas selecciones y esa socarronería enciclopédica que hace único al Cifu.

No me queda más que alzar mi vaso, destornillador sin gas, y desearle un feliz (3x20 + 10)º cumpleaños, que sean muchos más y que nosotros los veamos.

Así que lo dicho, maestro: besos, abrazos, carantoñas, achuchones múltiples y que seas muy, pero que muy bueno.




Art Blakey & The Jazz Messengers

Lee Morgan (trompeta), John Gilmore (saxo tenor),
John Hicks (piano), Victor Sproles (contrabajo),
Art Blakey (batería).

Cine-Tele Sound Studio, Londres,
7 de marzo de 1965

18/04/2011

Citas de Héroes y Villanos

Heroes and Villains (Héroes y Villanos) es una recopilación de artículos de David Hajdu, conocido en el mundo del jazz por su biografía de Billy Strayhorn. No obstante, el ámbito de su trabajo es mucho más amplio, como prueba este libro, en el que caben músicos desde Philip Glass y John Zorn hasta Beyoncé y The White Stripes, además de representantes de otras disciplinas como los novelistas gráficos Will Eisner o Joe Sacco.

Empecé a hojearlo ayer mismo, y el mero vistazo está resultando prometedor. Hasta el momento diría que su atractivo principal es el modo en que el autor desarrolla sus artículos. El final de su capítulo sobre el compositor Richard Rodgers, o el del segundo acto de su artículo sobre el centenario del blues celebrado en 2003 son tan pertinentes como sorprendentes por lo que tienen de inyección de realismo en vena.

También tiene la habilidad de entresacar citas jugosas como éstas: 

"Muchos fans blancos me recuerdan al necio que va a a la ópera a escuchar a la orquesta" (Bob Koester, jefe de Delmark Records sobre el fetichismo guitarrero de los fans blancos del blues).

"El talento es como la batería del coche. Te permite arrancar, pero si el generador no funciona bien, no llegarás muy lejos" (Ellis Marsalis),
o de hablar amplia y vívidamente de esta foto

© Life
y el drama que oculta un instante de diversión inocente por su papel determinante en el declive de la carrera de Billy Eckstine, por haber mostrado a los estadounidenses de 1950 a un hombre atractivo, pero negro, rodeado de muchachitas rendidas ante sus encantos, pero blancas.

14/04/2011

La píldora del jueves: más lecturas...

©Ed Berger, 2006
El pasado lunes hacía unas recomendaciones de lecturas jazzísticas con fuste. Hoy añado una más, también en inglés.

Uno de los autores más sólidos de los últimos tiempos es Lewis Porter (en la imagen). Pianista (aquí con Dave Liebman) y uno de los principales ideólogos de la investigación jazzística, también es el fundador y director del Máster en investigación e historia del jazz de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey) y el mejor biógrafo de John Coltrane. Perfect Sound Forever le entrevistó ampliamente en su día y parte de esa entrevista quedó debidamente traducida al español en las páginas de Tomajazz.

Porter, un empírico recalcitrante, es una verdadera bestia del conocimiento jazzístico, no tanto por su erudición -que también, pero para eso están las enciclopedias- sino por la independencia y originalidad de su trabajo. Este es uno de los pocos autores sobre jazz recomendables a ciegas. Desde hace un par de semanas, ayudado por su alumno de máster Alex Rodriguez y auspiciado por la emisora WBGO, ha iniciado la publicación de un blog.

Después de la presentación, en la que indica que

La experiencia me ha demostrado que los músicos de jazz, los fans, escritores y profesores son reacios a abandonar sus viejas historias. Con esta serie le reto al lector a que cambie su forma de hablar sobre jazz. ¿Y sabe qué? Puede hacerse. Lea, comente y comparta de forma que entre todos podamos difundir información exacta sobre nuestra querida música, libre de la distracción que son los mitos y rumores.

da paso, a tal fin, a un proto-blues grabado en Congo en 1906. Así, de entrada, sin inmutarse. Porter dice

En la música Afroamericana han sobrevivido [no sólo ritmos, sino también] MELODÍAS africanas, especialmente en el blues, y esta grabación es la prueba de ello! [...] No sólo puede oírse al flautista (o flautistas) tocando frases de blues muy familiares una y otra vez, sino que toca en un vaivén continuo entre la tercera mayor y la tercera "blue".

Además de explicar este pequeño tecnicismo, en esta entrada se puede escuchar la grabación congoleña en línea: aquí.

La siguiente entrada está prevista para hoy, jueves 14. No se la pierdan.

PD: La entrada de hoy trata sobre los orígenes de la palabra "jazz", está ya disponible aquí. Como suele pasar con Porter, su conclusión es sorprendente y viene respaldada con pruebas y argumentos.

11/04/2011

Breves: documental sobre jazz chileno

Nota (29.06.12): los enlaces de los programas se han cambiado para que lleven al vídeo de cada programa, si está disponible en línea.


A partir de hoy lunes 11, en los horarios indicados a continuación se emitirá la serie Tempo, dedicada a la actualidad del jazz chileno. Los lectores de este blog (y los oyentes del A Todo Jazz del Cifu, aquí, aquí, aquí y aquí), estarán al tanto de la calidad del jazz que se hace al oeste de los Andes. Tempo es un documental que está a la altura de la música que presenta, combinando un formato muy sencillo, música intercalada con entrevistas, con una producción muy cuidadosa. Merece la pena por la temática y porque plantea una nueva posibilidad de presentar a los músicos de jazz de una forma a la vez cercana y sin compromiso.

El documental se puede ver en vivo por internet en este enlace:http://envivo.13.cl/

Qué leer...

Con la llegada de los blogs y la posibilidad real de que cualquiera publique cualquier cosa y se puede leer en cualquier parte del planeta ha cambiado el panorama editorial en general y, en su mínima parcela, el de la crítica de jazz. Si nos apartamos un momento del eje que cruza el hemisferio norte desde EE UU hasta Japón pasando por Europa occidental, lo cierto es que internet debe de haber significado un cambio radical para los aficionados, improbables pero reales, de Irán, China, o el extremo meridional de Sudamérica, que de otra manera apenas tendrían acceso a información de calidad y ahora es mucho más probable que puedan leer o escuchar -legal o ilegalmente- a sus héroes.

He destacado el en cualquier parte por su aspecto positivo, pero el cualquier cosa constituye un problema importante. En este alud de blogs y websites que pasan por ser publicaciones serias, se echa en falta a los directores de publicaciones a la vieja usanza, por su papel en el control de calidad y el filtro de contenidos, y resulta más difícil discernir a qué merece la pena que dediquemos nuestro valioso tiempo. Cualquier cosa significa exactamente eso, que se publica cualquier cosa, y las cifras de visitantes y otras estadísticas nunca bastarán para dar una idea de la calidad de lo que se publica.

Por suerte se pueden leer textos decentes (lo que hay en mi lista de enlaces, a la derecha de esta página, por ejemplo), pero si el lector de estas líneas se defiende en inglés y está dispuesto a hacer un pequeño esfuerzo y dedicarle algo de tiempo a la lectura, le recomiendo encarecidamente estos tres sitios:
  • JOURNAL OF JAZZ STUDIES: Hasta ahora conocido como Annual Review of Jazz Studies, y en una etapa aun anterior con el mismo nombre de Journal of Jazz Studies, cuyo primer número salió allá por 1973 bajo los auspicios del Institute of Jazz Studies. Como coleccionista (irregular) de los ejemplares del ARJS, les puedo contar que cada ejemplar de dicha publicación parece más un libro que una revista, y que mantiene un nivel de seriedad e interés en todos sus números sólo equiparable a su precio, incluso de segunda mano. La buena noticia para el lector virtual, es que a partir de ahora el JJS se publicará en línea dos veces al año, y su lectura será totalmente gratuita. Esta es una publicación con revisión externa (peer review) o sea que no hay espacio para frivolidades. El director es Evan Spring, y el primer número de esta nueva etapa se puede leer aquí.
  • CURRENT RESEARCH IN JAZZ: Esta es una revista más reciente, también con revisión externa, solamente disponible en internet desde su inicio hace un par de años. El cerebro de esta operación es el maestro discógrafo y coautor de la biografía de Gigi Gryce, Mike Fitzgerald. Mike es un promotor incansable de la investigación jazzística rigurosa y del aprovechamiento de las posibilidades que brinda internet para mejorar en ese campo. Él mismo explica la filosofía y objetivos del CRJ aquí. El primer número se puede leer aquí, el segundo y último hasta la fecha, aquí.
  • JAZZ STUDIES ONLINE: Este website es distinto a los dos anteriores. Editado por el saxofonista y politólogo Tad Shull, y patrocinado por el Center of Jazz Studies de la Universidad de Columbia, en él se recopilan diversas fuentes de información para los estudiosos del jazz. Contiene entrevistas en audio, actuaciones, y una selección de artículos, como el importante "Constructing the Jazz Tradition" de Scott DeVeaux.

    No obstante, la joya de la corona de este sitio, especialmente para quienes estamos interesados en las revistas antiguas y el jazz de los años cincuenta, es la colección completa de la legendaria Jazz Review. Esta efímera revista, 23 números publicados entre 1958 y 1961 por Martin Williams y Nat Hentoff, constituyó un punto de inflexión para la crítica y el comentario jazzístico, y presentó algunos artículos hoy considerados históricos. Sin ir más lejos, el primero de su primer número es el famoso análisis del "Blue 7" de Sonny Rollins firmado por Gunther Schuller, "Sonny Rollins and the Challenge of Thematic Improvisation", artículo que, al parecer, trastornó tanto al saxofonista, que aseguró que no volvería a leer nada escrito sobre él. Y hay muchisimo más, documentos impagables como las entrevistas con James P. Johnson y Walter Page, las jugosas críticas firmadas por músicos (Bob Brookmeyer, Art Farmer, George Russell, Bill Crow...), los primeros textos sobre jazz firmados por Harvey Pekar, y mucho, mucho más. Todo ello en formato .pdf (con la posibilidad de realizar búsquedas de textos, al menos en algunos números).

Feliz y provechosa lectura.

07/04/2011

La píldora del jueves: Darcy James Argue

Darcy James Argue y la Secret Society interpretan "Transit" (partitura) en el Kennedy Center, el pasado 5 de enero.



Más vídeos: aquí.

La actuación en el Kennedy Center, entera: aquí.

04/04/2011

El extraño caso de Freddie Green

Freddie Green (© Burt Goldblatt/CTS Images)

Freddie Green habría cumplido 100 años el pasado 31 de marzo. Por muy familiar que resulte su nombre a los fans del Swing, lo cierto es que su carrera fue extraña: sus aportaciones eran más fáciles de apreciar por su ausencia que por su presencia. Desde 1937 en adelante, él fue el factor que mantuvo la cohesión de las secciones rítmicas de Count Basie, con su toque metronómico y su gran levedad armónica probablemente contribuyó a que sus compañeros de sección se relajaran y pudieran generar más swing que otras bandas rivales. Curiosamente, el inicio de su carrera con Basie coincidió con la transición de la guitarra a la amplificación pero, aunque la eléctrica se convirtió en el paradigma de la guitarra en el jazz, él siguió tocando una acústica. Green y Charlie Christian eran buenos amigos —grabaron juntos en combo, en estudio y en directo— pero cuando Christian le regaló un amplificador, sus "colegas" de Green en la orquesta de Basie se encargaron de dejarle claro, a base de sucesivos sabotajes, que no le querían como solista, y Green desistió.