Anda el Cifu de celebraciones en los últimos meses: 40 años en el aire, que se dice pronto, un Premio Ondas extraordinariamente acertado y ahora otro número redondo vital. Poco me queda por decir sobre él que no haya dicho ya en estas páginas.
Si acaso añadiré que una de mis anécdotas favoritas del Cifu transcurre en Nueva York. Estando por allá, queda un día con su amigo Art (Blakey, uno que tocaba la batería) y se van para el Village Vanguard a ver a un grupo o solista cuyo nombre se me escapa. Bajan las peligrosas escaleras, pagan religiosamente la entrada y, con los músicos en acción, se sientan discretamente en la barra.
Al cabo de un rato, termina el pase y cuando el portavoz del grupo se despide, aprovecha para anunciar al público la presencia de Art Blakey en el local. En esto se levanta prácticamente todo el aforo y se acerca en masa a saludar a Blakey: eran todos ex-miembros de su banda, los Jazz Messengers, una de las grandes universidades de la historia del jazz.
Esto lo cuento porque el Cifu viene a ser el Art Blakey de los comentaristas de jazz españoles. Quien más quien menos ha pasado por sus manos, le ha escuchado en la radio y, los que tenemos una edad, le hemos visto en la televisión pública cuando aún era eso, un servicio público. Personalmente le debo mi devoción por Charlie Parker por una serie de programas que le dedicó en Jazz entre Amigos. Eso, y que conmigo, desde que nos conocimos el siglo pasado en un Jazzaldia, en San Sebastián, siempre ha sido un señor.
De todo eso hace muchos años, así que aprovecho para recordar a quienes lean estas líneas que Cifu sigue en la brecha, y que se pueden escuchar en directo o a través de internet las cinco horas semanales que programa en sus espacios A Todo Jazz, Jazz Porque Sí y Jazz Internacional: buena música, buenas selecciones y esa socarronería enciclopédica que hace único al Cifu.
No me queda más que alzar mi vaso, destornillador sin gas, y desearle un feliz (3x20 + 10)º cumpleaños, que sean muchos más y que nosotros los veamos.
Así que lo dicho, maestro: besos, abrazos, carantoñas, achuchones múltiples y que seas muy, pero que muy bueno.
Si acaso añadiré que una de mis anécdotas favoritas del Cifu transcurre en Nueva York. Estando por allá, queda un día con su amigo Art (Blakey, uno que tocaba la batería) y se van para el Village Vanguard a ver a un grupo o solista cuyo nombre se me escapa. Bajan las peligrosas escaleras, pagan religiosamente la entrada y, con los músicos en acción, se sientan discretamente en la barra.
Al cabo de un rato, termina el pase y cuando el portavoz del grupo se despide, aprovecha para anunciar al público la presencia de Art Blakey en el local. En esto se levanta prácticamente todo el aforo y se acerca en masa a saludar a Blakey: eran todos ex-miembros de su banda, los Jazz Messengers, una de las grandes universidades de la historia del jazz.
Esto lo cuento porque el Cifu viene a ser el Art Blakey de los comentaristas de jazz españoles. Quien más quien menos ha pasado por sus manos, le ha escuchado en la radio y, los que tenemos una edad, le hemos visto en la televisión pública cuando aún era eso, un servicio público. Personalmente le debo mi devoción por Charlie Parker por una serie de programas que le dedicó en Jazz entre Amigos. Eso, y que conmigo, desde que nos conocimos el siglo pasado en un Jazzaldia, en San Sebastián, siempre ha sido un señor.
De todo eso hace muchos años, así que aprovecho para recordar a quienes lean estas líneas que Cifu sigue en la brecha, y que se pueden escuchar en directo o a través de internet las cinco horas semanales que programa en sus espacios A Todo Jazz, Jazz Porque Sí y Jazz Internacional: buena música, buenas selecciones y esa socarronería enciclopédica que hace único al Cifu.
No me queda más que alzar mi vaso, destornillador sin gas, y desearle un feliz (3x20 + 10)º cumpleaños, que sean muchos más y que nosotros los veamos.
Así que lo dicho, maestro: besos, abrazos, carantoñas, achuchones múltiples y que seas muy, pero que muy bueno.
Art Blakey & The Jazz Messengers
Lee Morgan (trompeta), John Gilmore (saxo tenor),
John Hicks (piano), Victor Sproles (contrabajo),
Art Blakey (batería).
Cine-Tele Sound Studio, Londres,
7 de marzo de 1965
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