El nivel de los guitarristas de hoy en día roza lo absurdo, especialmente con la extendida tendencia al eclecticismo, a no restringirse a un solo estilo de música. Gente como Bill Frisell, Julian Lage, Nels Cline... son capaces de saltar de un género a otro sin despeinarse, mientras que otros, quizás más especializados, como Russell Malone, Frank Vignola, John Pizzarelli o, en otro ámbito, Joe Morris y Mary Halvorson no dejan de conquistar nuevas cotas artísticas.
Todos esos músicos son extraordinarios, y quien lea estas debería echarles un tiento, en vivo o en disco, y muy especialmente a un favorito de este blog, Marc Ribot, que hoy cumple 60 años.
Ribot ha tocado y grabado como líder y como acompañante en proyectos tan dispares como el Electric Masada de John Zorn hasta el disco Raising Sand de Alison Krauss y Robert Plant, o se ha hallado en situaciones como la del Jazzaldia del año pasado, en el que tocó un día en el Maratón zorniano y al siguiente acompañó a Diana Krall. Sin ser un virtuoso en el sentido convencional —aunque su técnica sirve de sobra su propósito, o simplemente quizá sea hija de éste— el gusto de Ribot, su toque y, sobre todo, su tono magro y suculento lo han convertido en un músico muy buscado (lo cual, dicho sea de paso, sirve para restaurar la fe en la escena musical de hoy en día).
De niño Ribot fue vecino, en Brooklyn (Nueva York), del notable guitarrista y compositor haitiano Frantz Casseus, quien impartíó clases al joven Marc. En este artículo (en inglés), Ribot habla ampliamente sobre su mentor.
Marc Ribot y Frantz Casseus en 1987. Foto de Harriet Ribot. |