João Gilberto falleció el pasado sábado a los 88 años, por causas naturales, en su piso de Río de Janeiro. Aunque tenía fama de retraído y a pesar de su edad, unos días antes había salido a cenar con su pareja y con su abogado, una figura demasiado central en sus últimos años.
Desde su fallecimiento, las muestras de cariño y homenaje al cantante y guitarrista han sido abrumadoras en todo el mundo. Esto se debe, al menos en parte, a su fama entre el público, gracias a su éxito en EE UU a principios de los sesenta (estoy seguro de que no soy el único que al poner Getz/Gilberto, un disco sensacional, empiezo por el corte #2, saltándome “La chica de Ipanema”).
Pero más allá de la fama —el aspecto que el actual presidente de su país ha podido reconocer—, ¿qué hacía especial a João? Para los amigos del jazz, fue para la bossa nova lo que Charlie Parker para el bebop.
El enorme éxito de la bossa nova y su condición de moda del momento —la única explicación posible de que hubiera hasta “frigoríficos bossa nova”— puede llegar a eclipsar la enorme riqueza de la música brasileña. Vista desde fuera, la bossa puede parecer su cénit indiscutible; quizás sea cierto, pero la bossa no es un árbol solitario en una amplia sabana, sino un magnífico ejemplar de una jungla que comprende todo lo que hay desde los choros de Pixinguinha a la última ocurrencia de la fértil imaginación de Hermeto Pascoal. João es único, pero no nació de la nada: según Caetano Veloso, por ejemplo, descendería de los cantantes Dorival Caymmi y Orlando Silva.
La popularidad de la bossa está íntimamente unida a su relación con EE UU. Si bien esto le dio un éxito comercial sin precedentes y un impacto cultural fuera de Brasil comparable o superior al de Carmen Miranda dos décadas antes, también confundió las cosas con títulos como Bossa Nova: New Brazilian Jazz (“Bossa nova: nuevo jazz brasileño” del concierto de 1962 en el Carnegie Hall) o Jazz/Samba (el disco de Stan Getz con Charlie Byrd) y descripciones “informadas” como la de Joachim E. Berendt's como mezcla de “sambas con jazz cool”. En su libro Musica Brasileira, Claus Schreiner elabora al respecto, pero baste decir que la bossa nova no es una fusión de jazz y samba.
A mediados de los cincuenta del siglo pasado, Brasil vivió un momento dulce de orgullo nacional, con Juscelino Kubitschek en la presidencia, la construcción de una nueva capital, Brasilia, y el trabajo de su arquitecto Oscar Niemeyer, así como la madurez de un grupo de compositores y poetas que incluía a Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Morães. Una de las obras de ambos se llamó “Chega de Saudade”, basta de saudade, de añoranza, de melancolía.
Según cuenta la historia, João tenía simpatizantes entre sus colegas músicos, pero no entre los jefes de la industria discográfica local. Cuando Jobim, pianista, compositor y arreglista, consiguió que se grabase su canción, la voz la puso Elizete Cardoso, con un grupo que incluyó a João a la guitarra. Esto sucedió hacia marzo de 1958. Para lo que nos interesa, ayuda que haya fragmentos en que sólo suenan Cardoso y la guitarra de João.
No mucho después, el grupo vocal Os Cariocas iba a grabarla, cuando uno de sus miembros se topó con João, le dijo que no había conseguido imitar el ritmo de la guitarra y le pidió que le enseñara. En lugar de hacerlo, João se ofreció a tocar en el disco sin que apareciera su nombre.
Las discusiones sobre cuál es el primer disco de un género musical suelen ser absurdas. No obstante, estas dos tomas de esta canción ilustran hasta lo radical que fue el papel de João a la hora de establecer el nuevo género. Sí, venía del samba, pero su concepto, su forma de cantar, el cuidado en la dicción, la tensión rítmica entre voz y guitarra —que, con el tiempo, alcanzaría níveles de virtuosismo impensable— eran todos suyos.
Casi con la misma banda del disco de Cardoso, este es João grabando el primer corte de su carrera en solitario, que se publicaría como single y más adelante se incluiría como tema 1 de la cara A de su primer LP. João, con los indispensables Jobim al piano y Milton Banana a la batería, terminó de grabar este tema hoy hace 61 años, el 10 de julio de 1958.
Después vendrían tres LPs, Chega de Saudade, O Amor, o sorriso, è a flor, y el homónimo João Gilberto. Después, el éxito en EE UU, la fama, el prestigio. En lo músical, profundizaría en sus convicciones sobre el sonido y la interpretación, con una creciente elasticidad rítmica entre su voz y su guitarra, cantando como con prisa por terminar sus versos y dejar espacio a su guitarra metronómica.
Esos tres discos, más un EP con tres versiones de canciones de la película Orfeu Negro de Marcel Camus, todo ello para la Odeon brasileña, es decir, EMI, lo muestran fijando el patrón, en cuanto a ejecución y repertorio, de la bossa nova, que no es simplemente un ritmo —escuchen los discos— sino una forma de tocar, más suave que el samba, con una instrumentación más sencilla y letras casi surrealistas, en algunos casos con autorreferencias. Aunque originalmente era una parodia de Jobim y Newton Mendonça contra los cantantes mediocres que conocían, el segundo single de João, “Desafinado”, también puede interpretarse como una defensa contra las críticas que tuvo que soportar, acusaciones de cantar “desafinado”, que causaban “inmenso dolor”, reivindicando que “esto es bossa nova, esto es muy natural” y que “en el pecho de los desafinados, también late un corazón”. En otro ejemplo brillante de metatexto de Jobim y Mendonça, “Samba de Uma Nota Só”, contrastan una melodía estática —de una nota sólo— con el movimiento armónico, y viceversa, al tiempo que la letra describe lo que está ocurriendo con la música.
Al principio decía que los abogados de João han tenido demasiado protagonismo en sus últimos años. Aparte de las historias de conciertos cancelados, por los que se habían pagado cuantiosos adelantos, en 2011, y las disputas entre familiares, parejas actuales y pasadas, y sus descendientes, esos tres álbumes originarios son el centro de una larga disputa entre João y EMI, ahora parte de Universal. Como he dicho en otras ocasiones, el resultado es que no tenemos una edición oficial de esta música en catálogo. Si llega a producirse, debería hacerse un esfuerzo por recuperar metraje como este:
João Gilberto era un hombre singular por muchos motivos, y toda esa bronca legal y personal en sus últimos años probablemente le sobraron. Al menos terminaron las penas. Chega de saudade, Joãozinho.
Para escuchar a João Gilberto, 1958-1961
En CD
En CD
- La edición “oficial” y descatalogada de The Legendary João Gilberto (O Mito en Brasil) publicada en 1990 incluía los tres LPs más las tres canciones de Orfeu Negro, con “A Felicidade” y “O Nosso Amor” combinadas en un medley.
- Como parte de una vasta serie de música brasileña, el sello británico Él/Cherry Red hizo las primeras reediciones en mucho tiempo de esos discos en CD, deshaciendo el medley de Orfeo Negro. Al publicarlos en tres CDs (ACMEM179CD, ACMEM201CD, ACMEM223CD), también incluyeron un generosa ración de música de la época, de otros intérpretes pero relevante para la obra de João, dando contexto y resaltando así su singularidad.
- Están también The Warm World of João Gilberto (Ubatuqui UBCD 314), que lleva la misma música, incluido el medley, más una toma alternativa de “Este seu olhar”, del tercer LP, incluida originalmente en la versión estadounidense de Boss of the Bossa Nova (Atlantic, 1962), y
- The Master of the Bossa Nova (Malanga 400147) no contiene esa toma alternativa de “Este seu olhar”, pero lleva “A Felicidade” y “O Nosso Amor” por separado.
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