Durante al menos un par de años ésta fue una de mis sintonías favoritas, el "Big Noise From Winnetka" de Bob Haggart y Ray Bauduc, con el que se abría, a partir de la medianoche del sábado y en directo salvo causa de fuerza mayor, el programa Batería y Contrabajo de Radio Euskadi. No recuerdo cómo di con él, pero sé que no sabía absolutamente nada ni del programa ni de su presentador, Pío Lindegaard (1920-1999). Con el tiempo le conocería en persona (en la cola del concierto de Benny Carter con Doc Cheatham en San Sebastián, 1994) y llegaría a participar en su programa, con más entusiasmo que conocimientos, educación o decoro. En cierto sentido, fue quien me dio la alternativa en esto del jazz.
El domingo pasado se cumplieron diez años de la muerte de Pío. Esto es lo que más o menos escribí entonces para Cuadernos de Jazz:
Después de esa tarde, que culminó con una entrevista que le hizo el también añorado Xabier Rekalde, no volví a ver a Pío. Al poco tiempo me vine a Londres y ya no hubo ocasión.
Gracias por todo, Pío. No se te olvida.
El domingo pasado se cumplieron diez años de la muerte de Pío. Esto es lo que más o menos escribí entonces para Cuadernos de Jazz:
A mí la épica barata me va tan poco como al que menos, pero habiendo conocido a Pío Lindegaard se puede decir que la muerte le tuvo que pillar durmiendo, y que sólo ella pudo hacerle dejar Batería y Contrabajo tras 47 años de emisión sin interrupciones de importancia.
En la vida civil Pío fue cónsul de Dinamarca en Bilbao, políglota (fluído en cinco idiomas y entendible en otros tantos), caballero de los de corbata diaria y "buenas, don Pío" en su cafetería habitual y yo qué sé cuántas cosas más. Si hubiera que etiquetarle en su faceta jazzística no sería como músico: la única duda que abrigaba sobre el temprano abandono de su carrera como guitarrista era si el alivio había sido mayor para su prójimo o para sí mismo. También era el primero en decir que no era un locutor de radio y le dejaban frío el análisis musical, las implicaciones cosmológicas de la quinta disminuida y la inmensa chorrada que a menudo envuelve al jazz. Pío era simplemente un entusiasta de tomo y lomo.
Solía contar que allá por 1934, enredando con una radio que le habían regalado sus padres oyó una música que no sabía lo que era pero que le enganchó. Un par de años más tarde llegaba a Dinamarca días antes del comienzo de la Guerra Civil. Allí iban a apuntalar su entusiasmo Benny Carter –entonces en Europa y con quien Pío se reencontró en 1994 en San Sebastián–, Fats Waller y Jimmie Lunceford.
Menos conocido que esas anécdotas era el alivio que sintió Pío cuando, al principio de la singladura de Batería y Contrabajo, no le cerraron el puesto por programar ¡a Louis Armstrong cantando! Por lo visto, el Bilbao de principios de los cincuenta estaba más por Mario Lanza.
La última vez que coincidimos fue en Getxo hace dos años. Pasé un par de días en su casa –caballero a la antigua, anfitrión a la antigua– y fuimos a un par de conciertos. De la víspera del homenaje que se le hizo entonces guardo el recuerdo de una tarde de sol, sentados en un banco sobre la desembocadura del Nervión. La placidez con que hablaba del pasado, del presente y del futuro, incluida la muerte, era la de un hombre vivido, inteligente, amable y generoso. Unas horas más tarde salíamos agotados, sudorosos y sonriendo de oreja a oreja de un conciertazo de NHØP con Johnny Griffin, de esos en los que salta la chispa y asoma el lado más visceral y bluesy del jazz.
Gracias por todo, Pío. No se te olvida.
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Per Erik Lindegaard (1920-1999, everybody called him "Pío") was a truly multifaceted man, who hosted a jazz show without major interruptions, in different stations in Bilbao, between 1952 and 1999 (surely some kind of world record - he did his last show two days before death caught him in his sleep). Born in Amorebieta (near Bilbao, in Spain) to Danish parents, he was an engineer by trade and a culture all-around man by avocation. I met him around the time when I was starting in music journalism and I got a good bit of my foundation in swing, mainstream and bebop from him, first through the airwaves (his theme tune was "Big Noise..."), later in person. My most vivid memories of him are from a couple of days we spent together in Bilbao and Getxo in 1997, and a long conversation in a warm Summer afternoon, when he reflected on music, his past life, his future, even death, to this almost complete stranger.
That day, the last time I saw Pío, ended with him being interviewed by another illustrious jazz writer who's no longer with us either, Xabier Rekalde (in the picture), a man who could write like an angel and who always treated this rookie with unfailing kindness.
Pío died on April 26, 1999; Rekalde, on May 4, 2006.
I miss them both.