George Avakian, Coleman Hawkins y Sonny Rollins Newport Jazz Festival, 6 de julio de 1963 ©Burt Goldblatt/CTS Images |
Los historiadores del jazz adolecen de cierta visión de tunel, a lo que ayuda que el jazz está mucho mejor documentado que otras ramas de la música grabada. Esto también puede afectar a nuestra visión del legado de Avakian. Por mucho que se enfatice su trabajo en el jazz, él siempre fue director o A&R —lo que dictase su puesto en una conglomerado empresarial como CBS— de “pop” o “música popular”, y su puesto dependía de las ventas. El mérito de Avakian es haber logrado un equilibrio entre el arte y el comercio, entre unos valores musicales —si el tiempo es el mejor juez, lo logró— y las ventas, de las cuales dan fe su carrera ascendente en Columbia. Al respecto, en octubre de 1957, de los ocho superventas de jazz, cinco eran de Columbia.
Joe Williams y George Avakian, posiblemente en 1963 grabando el disco Jump for Joy para RCA ©Burt Goldblatt/CTS Images |
Charles Mingus, Teddy Wilson, George Avakian y Benny Goodman, 13 o 14 de febrero de 1963, RCA Studio A, Nueva York ©Burt Goldblatt/CTS Images |
En términos generales, el enfoque de Avakian conllevaba dos puntos: uno, utilizar todos los recursos técnicos y económicos de los que dispusiera; dos, aplicar sus propios criterios musicales y estéticos, a menudo sin aportaciones del artista. En la práctica esto significaba forzar los límites técnológicos de la edición de cintas mediante cortes y uniones, que Avakian llevaba a cabo personalmente, incluso fuera de horas de oficina, contra los dictados del sindicato de ingenieros de sonido, tomando decisiones respecto de tomas y solos sobre la marcha.
Si hay un disco que representa esta ética de trabajo, es el Miles Ahead de Miles Davis (aquí tengo un artículo largo en inglés sobre su producción). La idea original —sacar a Miles del quinteto— fue de Avakian; tres meses antes de empezar a grabar, Avakian recibió un ascenso, lo cual debió de darle más poder de decisión dentro de la compañía: la norma de la época era grabar cuatro temas por cada sesión de tres horas; pues bien, para Miles Ahead se reservaron cuatro sesiones para diez temas, además de una quinta adicional, con una orquesta de primeras sillas en el estudio de Columbia de la calle 30 nada menos, todo ello —desde el punto de vista de marketing— para dos don nadies: Miles Davis, un trompetista de segunda hasta hacía poco adicto a la heroína, y Gil Evans, un arreglista cuya actividad en los siete u ocho años anteriores es tan ignota que aun hoy biógrafos e historiadores no la tienen clara.
El resultado, como la mayor parte del legado de Avakian, es sensacional, y está al alcance de todos para escucharlo. Todas las muertes son tristes, pero ante esta, si se buscan y escuchan las producciones de Avakian, sólo puede ser una celebración.
No comments:
Post a Comment