El eterno debate sobre cómo sacar al jazz de la unidad de cuidados intensivos —por así decirlo— parece revivir especialmente a finales de primavera. Como cualquier diletante que se precie tengo mis propias ideas al respecto, que espero volcar pronto en el típico artículo definitivo sobre el tema. Hasta que llegue ese momento, les contaré que si se trata de chavales y su formación, no me importa tanto el jazz como la música en general.
Los lectores habituales habrán notado que hablo a menudo de músicos chilenos. Aparte de felices coincidencias, los motivos son dos: uno, que en general me gusta mucho lo que hacen y, dos, que me intriga el improbable entusiasmo con el que trabajan y se arrojan en pos de una música que debería resultarles muy ajena por la distancia geográfica y temporal que les separa de los clásicos del jazz. Una explicación de ese entusiasmo improbable es la Conchalí Big Band.
Esta big band es una orquesta juvenil, con sede en la poco favorecida comuna de Conchalí, en Santiago de Chile. Entre los músicos que han pasado por sus filas y por este blog se incluyen Andrés Pérez, Cristian Gallardo, Marcelo Maldonado, Agustín Moya o Cristian Orellana, todos ellos instrumentistas de primer nviel que no serían ellos mismos si no hubieran pasado por esta big band.
El vídeo que viene a continuación es un documental de 2005 sobre la vida en la carretera y se centra principalmente en tres músicos de la orquesta: Emilio Melo (tp), Juan Saavedra (tb) y Domingo Alicera (g). Merece la pena verlo, especialmente porque muestra hasta qué punto puede beneficiar la música a unos críos, y por la sorprendente madurez y sensibilidad de unos renacuajos. Por citar unos ejemplos,
En los próximos días publicaré algo más sobre su director y maestro, Gerhard Mornhinweg.
Saavedra (sobre la música):
Uno expulsa lo que está dentro de uno. Uno echa fuera todas las presiones. Uno saca lo que tiene en el interior, de tal manera que queda más libre.
Alicera (sobre la música)
Siempre soy yo, yo encuentro. Serán frases hechas, pero, igual, yo siento dónde ponerlas. Yo me imagino dónde hay que ponerlas, yo lo siento, entonces... siempre hay una conexión con lo de uno [...]
De repente hay tanta lógica que uno pierde la sensibilidad, y lo más importante es la sensibilidad, sentir lo que uno está tocando.
Melo (sobre la escolarización):
A veces hay que pagar y no hay recursos para entrar en un colegio pagado ni nada de eso. Hay que ir a un colegio mula. No hay esperanza para los pobres.
Que lo disfruten.
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