João Gilberto falleció el pasado sábado a los 88 años, por causas naturales, en su piso de Río de Janeiro. Aunque tenía fama de retraído y a pesar de su edad, unos días antes había salido a cenar con su pareja y con su abogado, una figura demasiado central en sus últimos años.
Desde su fallecimiento, las muestras de cariño y homenaje al cantante y guitarrista han sido abrumadoras en todo el mundo. Esto se debe, al menos en parte, a su fama entre el público, gracias a su éxito en EE UU a principios de los sesenta (estoy seguro de que no soy el único que al poner Getz/Gilberto, un disco sensacional, empiezo por el corte #2, saltándome “La chica de Ipanema”).
Pero más allá de la fama —el aspecto que el actual presidente de su país ha podido reconocer—, ¿qué hacía especial a João? Para los amigos del jazz, fue para la bossa nova lo que Charlie Parker para el bebop.